Nuestra profesión, nos lleva a poder vivir momentos que muchas veces se transforman en históricos. Básicamente cuando uno es designado, en nuestro caso por la empresa o por quien te contrate para cubrir un evento, se abre una experiencia llena de adrenalina. Sucede con un Dakar, con una Copa América, con un acontecimiento trascendental o con un hecho político puntual.
La primera sensación empieza cuando te notifican que vas a ser parte. La experiencia Dakar en Argentina fue muy interesante porque en el norte nos tocó cubrirlo de manera intensa. Fue una cobertura de dos y tres días, lo cual lleva una logística bastante importante de equipo y de recursos humanos.
Entonces, lo primero que yo hago siempre es estudiar la situación, saber a dónde vamos a ir, cómo es el terreno con que nos vamos a encontrar y prever las inclemencias del tiempo (si va a hacer calor, sí va hacer frío o si va a llover).
Siempre para cada situación se necesitan diferentes tipos de lentes o tipos de cámara. En mi caso siempre trabajo con dos cuerpos de cámara y tres lentes distintos, un lente súper largo en 300, un zoom en 80-200 y un lente corto. Además de la computadora para transmitir.
El Dakar genera en los fanáticos una gran expectativa, como en cualquier deporte que mueva multitudes. Cuando lo cubrimos, nos toca movernos bastante, caminar kilómetros para llegar al punto donde los autos pasan en competencia, para poder así ser captados.
No es lo mismo esperar a los autos cuando llegan y ya están en su recta final, a verlos compitiendo y dejando todo. Esto genera varios riesgos y, mayormente, son poco manejables por el fotógrafo/a.
En el lugar de los hechos son fracciones de segundo que uno tiene para generar una imagen. Esto no es lo mismo que sacar una foto, es contextualizarla, llenarla de contenido y, sobre todo abstraerse de la situación social que está pasando. Uno tiene que ser neutro para lograr captar esa realidad. Somos sujetos subjetivos.
Uno con una sola placa puede mostrar el fanatismo, la gente y la dimensión del Dakar. Somos privilegiados porque formamos parte de un evento social y tenemos acceso para registrar un hecho, que queda marcado en la historia.